
Hago esta película como un manifiesto de todas las dudas que me ha dejado la adolescencia. No quiero ni pretendo resolver ninguna de ellas, así que mi único objetivo es dejarlas sobre la mesa para que todo aquel que vea Revolución lleve esos cuestionamientos a casa y con un poco de suerte, recuerden su juventud y lo confuso que resultaba el mundo, también interno. Revolución habla sobre la soledad y principalmente, sobre la nostalgia de la niñez cada vez más lejana, ajena. Esta película es también una forma de revelarme en contra de mis miedos, mi edad y mi género, es mi primera gran apuesta por dedicarme al cine, aunque deba sacrificar muchas cosas en el camino.